Nicolás Rodríguez, de 28 años, ha pasado en menos de cuatro años a estar a punto de dejar la vela a ser una de las grandes bazas españolas para lograr una medalla olímpica.

Seguidor declarado del Celta de Vigo, que le homenajeó en Balaídos como motivo de su bronce en el Mundial de 2018, dejó una brillante carrera profesional fuera de España para intentar cumplir su sueño deportivo.

Licenciado en odontología por la Universidad de Santiago en 2014, se inició en la vela a los ocho años el Real Club Náutico de Vigo, su ciudad natal.

Tras ganar dos campeonatos de España de la clase 420, entrar en la vela olímpica en la clase 49er. y pasar luego a la clase 470, acabó por irse a Las Palmas para preparar un proyecto olímpico.

«Sin ayudas es muy difícil. Lo compaginaba con trabajos de entrenador e incluso de dentista. Así iba salvando, como podía, la situación. Pero llegó un momento, en mayo de 2016, en el que era imposible compaginar ambas cosas y decidí dejarlo», explica sobre sus dos años en la islas canaria.

Le llegó una oferta de una prestigiosa clínica odontológica de Holanda, donde residía su novia, pero antes tuvo que irse a un centro en el Tirol austríaco para aprender holandés al máximo nivel. Y allí llegó una llamada que iba a cambiarle la vida. «Lo último que me esperaba», recuerda.

El barcelonés Jordi Xammar, de 26 años, tricampeón mundial de la clase 420 y campeón mundial júnior del 470 en 2013 y 2014 junto a Joan Herp, su compañero durante nueves años y con quien compitió en los Juegos Olímpicos de Río 2016, tuvo que tomar una difícil decisión el mismo día que finalizó la cita olímpica, ya que Herp dejaba el equipo para dedicarse a sus estudios.

«La llamada a Nico la hice desde el mismo aeropuerto de Río al volver de los Juegos antes de tomar el avión para España; no me podía quedar de brazos cruzados», recuerda el regatista catalán.

Pepe Lis, entrenador de Tamara Echegoyen, hizo de intermediario y tras la llamada Rodríguez estuvo pensando las cosas durante unos días.

«En realidad, creo que ya lo tenía claro. Era el sueño de mi vida y creo que me limité a lo que había pensado el primer día. Si veo a Jordi subido a un podio olímpico me tiro por la ventana después de esa llamada», apunta el vigués.

Aunque estaba a punto de firmar por la clínica holandesa, cogió la maleta y a los tres días estaba en España otra vez. Su vida iba a cambiar. «Yo creía que ya no iba volver a navegar a este nivel, que ya no tendría la oportunidad de intentar ir a unos Juegos Olímpicos, pero la experiencia de Jordi y tener a Movistar como patrocinador son cosas que te hacen estar convencido de que el proyecto tenía viabilidad y futuro», incide el regatista gallego.

A finales de septiembre de 2016 empezaban a entrenar juntos y nacía el Xammar/Rodríguez Team 44. Al mes siguiente, ganaban el campeonato de España y en diciembre la Christmas Race de Palamós.

En julio de 2018, con el bronce en el Mundial de Aarhus clasificaban a España para los Juegos y, el pasado mes de febrero, después de ganar por segundo año la Copa del Mundo de Miami, eran confirmados como representantes del equipo español en Tokio. Desde el bronce en el Mundial de 2018 han participado en 16 competiciones de alto nivel internacional finalizando trece veces en el Top-5.

Para Rodríguez, «el estar en unos Juegos Olímpicos representa un día más de trabajo porque vas a enfrentarte contra la misma gente contra la que llevamos cuatro años compitiendo y tenemos que llegar con la confianza de que lo hacemos con el trabajo bien hecho»

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