Los cuentos son, en su mayoría, historias del folclore popular con una moraleja final que intentaba llevar a los jóvenes por el buen camino. Su fama hace que existan distintas versiones de las historias en cada uno de los países que se cuentan y generalmente, con el paso de los años y al verse enfocados a un público más infantil, han ido perdiendo esa parte gore que muchos tenían. Si miramos a España, uno de los cuentos más extendidos y que es 100% del país ibérico es el Ratón Pérez, obra del padre Luis Coloma.

Nacido en Jeréz de la Frontera en casa de un afamado médico, Luis Coloma salió del hogar familiar a la edad de doce años para entrar en la Escuela Preparatoria Naval de San Fernando, que abandonaría al poco tiempo debido a su falta de vocación. Acabaría haciendo Derecho en la Universidad de Sevilla y sería uno de los mejores alumnos de su promoción, según cuenta Emilia Pardo Bazán en El P.  Luis Coloma. Biografía y estudio crítico. Pero lo que de verdad apasionaba al joven Luis era escribir.

 

Convencido alfonsino y defensor de la restauración borbónica, comenzaría a escribir en periódicos y publicaría su primer libro, Solaces de un estudiante, en 1871. Al año siguiente sería herido por un disparo accidental de revólver y, tras recuperarse milagrosamente, decidiría cambiar el rumbo de su vida e ingresar en la Compañía de Jesús. Tras unos años en Francia, regresaría a España en 1877 y ejercería como profesor universitario y escritor entre sus otros quehaceres dentro de la orden religiosa. En 1890 publicaría Pequeñecesuna de sus obras más conocidas.

 

Y entonces llega el personaje por el que muchos le conocerían: el ratón Pérez. Aunque la primera edición que se publicó data de 1902, se conservan manuscritos originales de esta historia de 1894. Esta invención surgió como forma de consolar al joven rey Alfonso XIII, quien había perdido un diente de leche a los ocho años. Coloma imaginó a un pequeño roedor que vivía junto a su familia en una lata de galletas de la entonces popular confitería Prats, a pocos metros del Palacio Real de Madrid. Su autor lo describe como “un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro y una cartera roja colocada en la espalda” que se desliza a través de las cañerías para llegar con algún regalo al palacio y a las casas de los niños pobres que habían perdido dientes de leche.

 

En el cuento, al ratón Pérez se le une el rey Bubi, apodo que la reina María Cristina usaba con Alfonso XIII, quien es convertido en ratón y acompaña a Pérez para descubrir cómo es la vida de sus súbditos. Durante el viaje aprenderá la importancia de la generosidad y del cuidar de los más necesitados, como el niño Gilito.

Esta inocente historieta caló muy hondo en la sociedad y la costumbre de dejar una moneda (en el cuento era de oro) bajo la almohada cuando a los niños se les cae un diente de leche se extendió rápidamente por toda España y el resto de países hispanohablantes. El ratoncito Pérez se hizo tan popular que, en el 160 aniversario del nacimiento de Luis Coloma, Google le dedicó el Doodle del día en su honor.

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