El bebedor social, es decir, aquel que consume bebidas alcohólicas en situaciones sociales, como una celebración, una cena de amigos, etc., es un perfil de consumidor muy extendido.

A menudo, esta manera de beber se considera algo normal y exento de riesgo. La realidad, sin embargo, es otra. De entrada, algunos de estos bebedores no son conscientes de que, a pesar de no llegar a emborracharse, están realizando un consumo de riesgo de alcohol para el desarrollo de patologías bucales y sistémicas

Recuérdese que las mujeres no deberían superar los 2 UBE (unidad de bebida estándar) por día de consumo, esto es, los 20 gramos diarios de alcohol puro, y que los hombres no deberían excederse de los 4 UBE diarios.

El consumo de alcohol causa una serie de consecuencias en el organismo, tanto a corto como a largo plazo. Mientras que, en un primer momento, la sensación que causa el alcohol es de relax, de sociabilización, de autoconfianza, etc., la conducta se va volviendo más negativa a medida que el consumo avanza, lo que convierte al consumidor en un ser más vulnerable ante situaciones de riesgo. Pero, con el tiempo, los efectos del alcohol van más allá, y afectan al cerebro, al sistema cardiovascular, al hígado, al páncreas, al estómago, a los intestinos y a los órganos sexuales.

La cavidad oral tampoco se escapa de las consecuencias del consumo social de alcohol.

La tinción de los dientes, causada por la adhesión de los cromógenos al esmalte, que, además, puede estar debilitado por la acción del ácido presente en el alcohol, es uno de los problemas.

Así mismo, las bebidas con un contenido de alcohol elevado secan la boca. La xerostomía es, pues, otro de los problemas con los que puede toparse el bebedor social, así como con una mayor incidencia de halitosis.

Si, además, el alcohol se consume en forma de combinados, pueden aparecer otros problemas más, como la erosión dental, provocada por la acción de los cítricos sobre el esmalte o la caries dental, favorecida por el contenido de azúcar que llevan según qué bebidas.

En caso de que este consumo social de alcohol sea continuado puede provocar la aparición de el cáncer oral. Y es que la exposición prolongada al alcohol, sobre todo en combinación con el consumo de tabaco, aumenta considerablemente el riesgo de cáncer oral. Los estudios apuntan que el hábito tabáquico incrementa unas 6 veces el riego de padecer cáncer oral y que el consumo regular de alcohol lo duplica.

Parece prudente, por todo ello, mantener el alcohol alejado de nuestras bocas y nuestras vidas. Nuestra salud nos lo agradecerá.

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